jueves, 17 de marzo de 2016

LA HISTORIA DE LA MÚSICA EN MESOAMÉRICA

Arcaico (antes de 2500 a.C.). Los orígenes de la música en Mesoamérica se pierden en la oscuridad de la historia. Sin embargo, es probable que con los primeros pobladores del continente llegaran las flautas de hueso que en el Viejo Mundo ya eran conocidas durante el Paleolítico Superior (40000-10000 a.C.). En el grupo de instrumentos musicales prehistóricos manufacturados por los cazadores-recolectores alrededor de 10000 a.C. se encuentran los silbatos de hueso con una perforación, que producen sonidos de animales. La imitación de sonidos naturales constituía un remedio eficaz y era un medio mágico de comunicación. La imitación de sonidos de animales para la cacería mostró que se podía influir en el ambiente natural por medio del sonido. Probablemente, la evocación ritual de la lluvia por medio de sonajas se originó sobre la base de esta observación.
 Con la fabricación de instrumentos que producían sonidos no existentes en la naturaleza, se fortaleció la idea de que los sonidos artificiales estaban asociados a ideas religiosas. Entre los primeros instrumentos de Mesoamérica a los que se daba este uso se encuentran los raspadores de hueso, los caparazones de tortuga y los sartales de concha. Es probable que estos instrumentos se utilizaran en actividades rituales, en las cuales los sonidos, el ritmo y el movimiento desempeñaban un papel importante para entrar en contacto con el mundo espiritual.
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Preclásico (2500 a.C.-150 d.C.). Gran parte del instrumental musical prehispánico se conformó paralelamente a la construcción de los primeros centros ceremoniales. De manera simultánea al desarrollo de la cerámica, se fabricaron silbatos y flautas con pequeños orificios, lo que indica que ya se conocían instrumentos similares hechos con materiales vegetales en épocas anteriores. Entre los hallazgos funerarios de Tlatilco, estado de México, se encuentran trompetas de caracol, lo que indica que había amplias redes de comercio. Al tratarse de instrumentos para llamar, cuyo sonido vibrante se escuchaba a largas distancias, tenían una gran importancia en el culto. Las figurillas de Tlatilco representan músicos con sonajas, tambores y flautas, lo que muestra la complejidad de las actividades musicales durante el Preclásico Medio (1200-300 a.C.). Los vasos silbadores pertenecen al grupo de los fascinantes instrumentos de Tlatilco. Rellenadas con agua, estas vasijas sonaban sólo con el movimiento sin que hubiera necesidad de soplarles, por lo cual se les atribuía una función ritual. La fabricación de flautas en forma de aves, felinos, culebras y otros animales también sugiere un uso ritual, ya que frecuentemente éstos eran considerados como manifestaciones de seres divinos.

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